sábado, 28 de febrero de 2009

cántico y balance



*A ti, que me seguiste en
el acierto equivocado de los ojos.


En esta visitación práctica, cuando el astro venidero se bifurca,
(cuando la estepa reverdece de tanto sudor), vengo a ti
con la venida de mi ser, con mi propia sombra enajenada
para cantarte en muda voz con todo el mutismo de mi voz
yencerrando entre los dedos una esperanza más grande que la vida.

Vamos a caer en nuestras voces, para secar la risa con el pañuelo negro
(y secar el llanto con el pañuelo rojo) yasí,
entrecortando risa y llanto, a fuerza y filo de martillo,
enterrar la somnolencia del alba.

Sé que quieres descansar, pero no es el descanso de los huesos
el descanso que tus huesos necesitan. Vamos a beber el ron de Pablo y sus orejas,
(y leamos la revista fenecida en la sombra de la luz que no ilumina).

Desgracia ilógica del peso inconsecuente,
el paso lógico de la caricia pronostica el llamado tácito
de la mano.

Yel agua.
Y la ausencia del agua.
Y la sórdida esperanza del agua
construye a filo y fuerza de hoz, el retorno de las aguas del futuro
en la piedra que sostiene mi pasado.

Y por tu sacrificio (el acto universal de tu sonrisa),
te contengo en la férula de mi pecho, latiendo en cada segundo de mi sangre,
viviendo el corazón de mi existencia.


martes, 24 de febrero de 2009

métrica silente

Hoy se siente una cálida marea perniciosa,
un no sé cómo engendrando un no sé qué,
el tiro imperfecto de los nuncas,
los jamases,
y las hojas de papel ahogando siempres
en concierto.

Decían los ayeres claudicantes
que la piedra yuxtapuesta de mis fémures
no conocería de tibias o falanges,
de cráneos o de miedos, de músculos o fibras,
y la verdad,
oh, minucia gigantesca de mis pléyades,
habita rencorosa en el amén rectangular de mi estatura.

¡Oh, dioses de los cerros subterráneos,
oh, dioses de los mares insepultos!
Las cavernas de esta cueva duelen tanto, como duele también
vuestra dulzura.

Aquí yacerán los amados días vocálicos
y la consonancia frágil del silencio.
Acróbata constante de mis horas,
el odio infértil de mis reducidas manos
duplicará la métrica silente de la vida.
Qué fértil hoy se ve mi sepultura,
inhóspita valquiria en este ocaso.

No moriré entre jueves ni aguaceros,
ni calentaré el asiento que me indigna.
¡Oh, quietud de pandemonios,
oh, caídas de peñascos satisfechos!
Vagaré a la conciencia de los niños,
a la inconsciencia de los padres,
sus juguetes abuelastros y dolientes.

¡Comulgarán las avenidas de mi muerte y
retozarán las consonantes de mi exilio!

¿En qué jirón se está tan desgraciado si no es
en la calleja fúnebre
de la sonrisa?

Cantos nocturnos llegarán al alba y las pestañas,
las desuniones,
cogerán el triste velo
de la muerte, zurciendo así
la voz de los perdidos.

sábado, 21 de febrero de 2009

seis nueve seis

La vieja amurallada, la esquina impar sin verbos fuertes, entre el cuaderno y la bota
yel viento mosquitero, con la cruz frente a su pecho, allí, figurada al desliz de un cabildo inerte, yace el codo inmóvil de una sucesión envilecida.

La sierpe concéntrica le otorga miedos, caídas, abrazos temblorosos, adioses y retornos, y su numeración vesánica, los besos cavernarios del infierno.

"Seis-nueve-seis", dibujábase en las frentes de los hombres; "Seis-nueve-seis", en las mujeres. Los niños, la calle entera, la ciudad y sus tropiezos veían con asombro diluviano la inenarrable víspera de sus paredes. El centro, la muralla endeble de sus días; los años, el terrible ocaso que no parte ni ahora ni antes del adiós, ni después de los retornos.

El deseo máximo de la transformación aún es utopía. Un mito esperanzado en el acero verbal de las mañanas, una verdad que curte azotes por la célula infraterna de sus bocas.

viernes, 20 de febrero de 2009

la agonía del martes



*Dedicada en negación a la copiosidad infértil

de manos divididas.


Lejanías de hombres infrahumanos,
lejanías y ecos resonantes,
caspas de mendigo satisfecho,
rostros de niños viejos y febriles,
abrazos a la bota y al dolor de la bota
¡Qué época la nuestra!

Continúa el baile sórdido de la nomenclatura,
dividiendo noviciados con agrestes consecuencias,
tácitos reinados del codo al brazo,
de la rodilla al pie,
y del sentido que no siente más que su sentir.

“Así son los peruanos”, dice eternizante la coneja,
marcando con el ritmo de la falange mundial
unos pocos pedacitos de cielo enrojecido.
Conjugaronse de madrugada las auroras negras
que palpitan arrecidas y acalladas
el sabor de sus propias lenguas incestuosas.

Todo se cubre de retornos
en las marcas del inicio y la salida.
Pobres de pan sin levadura,
conejos desdentados de tanto mordisco,
serpientes bípedas de día y
cuadrúpedas de noche;
alas de ángeles traidores.

¡Qué mañana tan nocturna nos inyectan!
¡Qué frío tan ególatra nos dan!

En la disertación impopular de vuestros ojos
pretendéis arañar el tiempo con grandezas,
con fuegos de barro generacionales,
con fábricas de telas, con olvido,
con la exaltación de las heridas,
el dolor acéfalo y las contradicciones.

El águila os besará dichosa
por la división molecular de los caminos,
con sus labios proteicos y aguzados
en vuestros picos de gónadas infértiles;
por las tardes filtradas en el café,
por las cucharas vacías que hoy
fabrican vuestras órbitas.

Están matando al pueblo
con sus duras consonantes magulladas;
a sus grillos, sus adagios,
sus canciones de invierno semestral,
a sus cuentas por cobrar y sus miradas,
al proyecto,
a las vísceras cortadas, al viernes
inmediato del sudor;
están matando a la vorágine,
a las canciones, a los poetas,
al cigarro que duerme en las catervas,
al niño cobrizo de mercurio,
al miércoles mensual de los abrazos.

Siguen matando a Junio, a Flor,
a Ena, a los cabellos caídos por el fuego,
a los estómagos inflados de amargura,
al llanto interno del esófago,
a la caries que le duele al neonato,
a la figura que dice ser el eje,
al que se roba un pan y va a la cárcel,
a los esfuerzos que hoy se profundizan.

Hoy, compañeros, están naciendo
las parcas,
las que se dicen zurdas por creerse sabias,
las que dividen y restan en su propio beneficio.

¡Están matando el martes!

jueves, 19 de febrero de 2009

qué febrero se siente tu agosto

Qué febrero se siente tu agosto
en tus sábanas de lluvias ventanales,
oh, casco tirado a la fuerza del camino,
con su dialéctica, su voz, su aprendizaje.
Ven conmigo alejándote de mí y
vayamos juntos a comprarnos una historia.
La historia, sí, otro canto.

Todavía me gusta el ron mezclado de cánticos nocturnos
y el tabaco,
cuándo no un cigarrito, me visita por las noches,
cuando viene a la mente el alfabeto sin letras, sin tabaco,
ordenándose a la muralla que separa mis manos de la frente.

He presenciado tu ascensión histórica,
bajándose de mar en tus orillas, fajándose el cincho,
el ombligo
y respirando (y dejando de respirar, que es lo mismo)
como muestra fría de tu frío cálido y falaz.

Ahora debemos preguntar a nuestras vidas, qué tanta
muerte han fabricado, qué lejos estamos
de nosotros mismos,
cuándo volveremos a mirar al sentimiento, a la caída brutal
de nuestras voces, a la fragilidad de nuestras bocas.

Hoy he visto tus ojos dibujándose en el mar
de mis contradicciones. Es martes.

martes, 17 de febrero de 2009

porque te quiero miro por tus manos

Porque te quiero miro por tus manos
el camino jubiloso de las horas,
el llanto apagado por el fuego del ayer,
la tristeza de mi voz traducida
yel canto de la noche que llegó hasta el alba
sin cenar, sin desayunos.

Tristísimas razones de aserrín
existen conjugadas en lo efímero del ojo
yen lo eterno de los pasos, en el sabor
desgastado por la piel del oprimido, en el
analfabeto que lee sin cansancio
a costa del cansancio de este insecto.

Mantis religiosamente atea
con el rito juglar de la desesperanza,
invócome a tus agostos,
a tus designios populares,
a tu esfuerzo liberador por liberarte
y lloro al no saber qué hacemos con la vida.

Lóbregos febreros palpitantes,
llaman a la puerta los sudores entramados de los ojos
y la soledad de una sombra sin luz
figúrase la trágica acción de los avernos.
En tus noches envueltas de mañanas,
la luz de mis ocasos que fusilan con auroras.

Porque te quiero, y sabes que te quiero,
bajaré la sumatoria de mis frentes hasta
el rozar balcónico de tu rodilla,
con mi ateísmo religioso y con la mantis,
con los grilletes de mi pecho libertado
yese analfabeto que sigue leyendo
el cansancio del insecto que se cansa,
con la vida que no sabe lo que siente
yel golpe de la muerte que se apega.

lunes, 9 de febrero de 2009

pretérito presente

Aprovecho la ocasión para brindarte
un segundo eterno de locomoción lentísima.
Verde la frente, esféricas las manos,
recojo las miserias que planté para setiembre.

Que planté para olvidar que no recuerdo.

Hablemos bajito, en silencio,
callándonos la mar en los sonidos
trágicos de la crepitación extendida.
Retóricas de finales, volverán a nacer
las condolencias, la
consumación de los principios,
la muerte en los brazos de su padre,
y tú no sabrás como yo, por qué sonreírle
al mundo que nos cobija entre puños y
grilletes.

Ya no hables yolvídate del cielo,
que la traición del mar está en las olas.
Mírala en tus manos, en las mías, en tus besos,
en nuestro saludo de espaldas,
en cómo niegas mi existencia a tus preguntas
o en cómo yo, forjando vientos de papel,
cuadruplico estancias de barro para la lluvia.

Te observo en las ausencias de mi reloj pacífico,
encadenándome a tus designios utópicos y subacuáticos
o a la sonrisa de un adiós muerto y enterrado.
Te canto, en cambio, con la férula de tu voz,
con tu hambre atada a tu inconsciencia,
con la sed de un pueblo virgen de cariño.

Te miro y no dejo de olvidar mis ojos en tus párpados.

Y sin embargo libre
y prisionero,
astronauta desértico de polvo y lacrimales
es hora de callar.

Apártome del cráneo
resignado de los grillos
y le encajo pechos a la victoria
semanal de tus miradas.

viernes, 6 de febrero de 2009

constructores

¿Y si mañana es de noche
en nuestro frío tapiz de inconsecuencias?
¿Si mañana nos vuelve a golpear
la caricia de un adiós encomendado?
¿Y qué si mañana o si hoy la técnica de la vida
se empoza en las curtiembres del odio?
Déjame que te grite, compañero,
déjame pisar la mano adormecida
¡Grítame fuerte y despertemos!

Constructores litúrgicos de la caída solar,
moléculas dóciles y frías, disloquemos la maraña
recostada en la frenética burla papal;
destrocemos la ingravidez doliente,
la lógica quietud del oprimido
pues mañana sólo habrá cucharas vacías
en platos vacíos,
ojos pútridos de miedo,
brazos partidos por la conjugación
falaz de las telúricas voces,
engaños en la fricción del intestino,
mentiras de esófago.

La piel que no es de juego nos llama a matar
desde el babor sangrante de
su peculiar aborto,
hasta el útero infértil de la tierra,
la mortalmente agredida por el paso.

¿Cuándo empezarán a reunirse las partes,
los cansados huesos húmeros, las tibias, las rótulas?

Me cuestiono en mi propio estado y personalmente ajeno,
rebusco, miro, cuento, vuelvo a rebuscar,
acecho los pulgares,
bifúrcome en la inconsciencia y la apatía
de mis pasos,
purifico los ajenos, los vencidos,
y sin embargo todo es lo mismo,
las arrugas son las mismas,
esas viejas estiradas por encima del verbo,
con su desprecio en la teoría y con su muerte
en la práctica .

¡Oh, dolor y pesadez de silogismos, ustedes
nos caen desde abajo yel hambre labora con más fuerza!

Una pequeña garúa invernal posiciónase
de pronto.
La lengua sufre calofríos tropicales al verse muerta;
los espejos continúan expandiendo
el dolor de las entrañas
y nadie soporta estoicamente la sonrisa, nadie tiene dientes
que encajarle a la miseria.

Construímosle al verbo una casa, una familia,
una vida, por tres años mecánicos de inercia.
El verbo sustantivo de acción
pero adjetivo de voces
retornó gritando y martillando en versos
“Os perdono por el bien que me hicisteis”
y la historia regresó estáticamente al punto de partida.

Camaradas, compañeros
¿Cuánto más tendremos que alargar el calendario?
¿Cuánto aleteo de cóndor sumaremos
al designio del cónclave sin nombre?
¿Cuánto más volaremos en sudores escarlatas
con victorias de aires buenos para las vicuñas?

Las boas, los monos, los paiches viven
genuflexos al león excrementicio,
dividido el corazón en ventrículos de oriente,
con luchas, con sangre, con derrotas laberínticas,
y la respuesta vive en el bastón desértico,
tantos años en el bastón desértico,
en nuestra propia experiencia de arrugas
y nadie la vio aferrándose a la vida.

martes, 3 de febrero de 2009

pequeño

No me trajo la mañana distrital de tus ocasos
ni la lluvia candorosa que escapó de tus ventanas.
Me trajo la vida, sí,
la vida, y junto a ella,
todo lo que impúdicamente arrastra
en su costado.

Intento darte en mi prehistórica lucha
la entrega puntual de los relojes y bisagras,
de los costados y los detrases,
de lo que está enfrente,
eso que ya tienes yaún te falta,
pero tu ilógica micción de inequidades
embarga el filo imberbe de mi cuchillo atónito.

Arriba, a lo lejos, en este instante,
quiérase o no se quiera, en silencio,
un concierto sanguíneamente muscular invade
a pasos aritméticos los rieles de este barro
que acudió a tu visita.

Míralo con calma, tómalo con el bullicio extraoficial
de los estómagos,
cántale un segundo espléndido
como impávido susurro de tu costumbre adormecida.
Desdóblalo, hazlo sangre de tus pieles renovadas,
vívelo
y siente cómo se anida
en el cielo frontal donde descansas las ideas.
 

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