viernes, 20 de febrero de 2009

la agonía del martes



*Dedicada en negación a la copiosidad infértil

de manos divididas.


Lejanías de hombres infrahumanos,
lejanías y ecos resonantes,
caspas de mendigo satisfecho,
rostros de niños viejos y febriles,
abrazos a la bota y al dolor de la bota
¡Qué época la nuestra!

Continúa el baile sórdido de la nomenclatura,
dividiendo noviciados con agrestes consecuencias,
tácitos reinados del codo al brazo,
de la rodilla al pie,
y del sentido que no siente más que su sentir.

“Así son los peruanos”, dice eternizante la coneja,
marcando con el ritmo de la falange mundial
unos pocos pedacitos de cielo enrojecido.
Conjugaronse de madrugada las auroras negras
que palpitan arrecidas y acalladas
el sabor de sus propias lenguas incestuosas.

Todo se cubre de retornos
en las marcas del inicio y la salida.
Pobres de pan sin levadura,
conejos desdentados de tanto mordisco,
serpientes bípedas de día y
cuadrúpedas de noche;
alas de ángeles traidores.

¡Qué mañana tan nocturna nos inyectan!
¡Qué frío tan ególatra nos dan!

En la disertación impopular de vuestros ojos
pretendéis arañar el tiempo con grandezas,
con fuegos de barro generacionales,
con fábricas de telas, con olvido,
con la exaltación de las heridas,
el dolor acéfalo y las contradicciones.

El águila os besará dichosa
por la división molecular de los caminos,
con sus labios proteicos y aguzados
en vuestros picos de gónadas infértiles;
por las tardes filtradas en el café,
por las cucharas vacías que hoy
fabrican vuestras órbitas.

Están matando al pueblo
con sus duras consonantes magulladas;
a sus grillos, sus adagios,
sus canciones de invierno semestral,
a sus cuentas por cobrar y sus miradas,
al proyecto,
a las vísceras cortadas, al viernes
inmediato del sudor;
están matando a la vorágine,
a las canciones, a los poetas,
al cigarro que duerme en las catervas,
al niño cobrizo de mercurio,
al miércoles mensual de los abrazos.

Siguen matando a Junio, a Flor,
a Ena, a los cabellos caídos por el fuego,
a los estómagos inflados de amargura,
al llanto interno del esófago,
a la caries que le duele al neonato,
a la figura que dice ser el eje,
al que se roba un pan y va a la cárcel,
a los esfuerzos que hoy se profundizan.

Hoy, compañeros, están naciendo
las parcas,
las que se dicen zurdas por creerse sabias,
las que dividen y restan en su propio beneficio.

¡Están matando el martes!

Un comentario en “la agonía del martes”

Anónimo dijo...

"Yo sé que a nadie le interesa lo de otra gente con sus tristezas"...Las injusticias de este mundo acabemoslas para siempre...

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