Viene la sierpe constrictora
en las aguas trajinantes de su ombligo.
Viene trayendo sus reptares,
viene moviéndose sola
y cobija en la mirada
el designio sacrosanto de su vicio.
Viene la sierpe constrictora
con el látigo hambreador de su sonrisa.
Se detiene.
Repta.
Reflexiona,
y construye desde el índice
la señal en las frentes de sus entroncados.
Viene la sierpe constrictora
Viene y yerra en el camino.
¿Cuándo acabará el zigzag de su locura?
¿Cuándo dejará de coronar al enemigo?
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