Retumban fríos estelares,
retumban voces en mi pecho;
se abre al mundo la traición del asno,
consecuencia próxima de los relojes.
El frío exógeno llegó para matarnos
pero tu cintura entre mis venas
y mis manos recorriéndote la vida
irradian tanto sol y tanto examen
que todo se enciende y se calienta.
¡Cuánta sensación vestida de ternura!
¡Cuánto afecto eternizado en las pupilas!
Las entregas más condescendientes
se brindaron esa noche,
entre verbo y sustantivo,
entre acción y pensamiento,
con la exactitud irónica del minutero,
y en la conjunción voraz de tu palabra
con la mía.
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