No me trajo la mañana distrital de tus ocasos
ni la lluvia candorosa que escapó de tus ventanas.
Me trajo la vida, sí,
la vida, y junto a ella,
todo lo que impúdicamente arrastra
en su costado.
Intento darte en mi prehistórica lucha
la entrega puntual de los relojes y bisagras,
de los costados y los detrases,
de lo que está enfrente,
eso que ya tienes yaún te falta,
pero tu ilógica micción de inequidades
embarga el filo imberbe de mi cuchillo atónito.
Arriba, a lo lejos, en este instante,
quiérase o no se quiera, en silencio,
un concierto sanguíneamente muscular invade
a pasos aritméticos los rieles de este barro
que acudió a tu visita.
Míralo con calma, tómalo con el bullicio extraoficial
de los estómagos,
cántale un segundo espléndido
como impávido susurro de tu costumbre adormecida.
Desdóblalo, hazlo sangre de tus pieles renovadas,
vívelo
y siente cómo se anida
en el cielo frontal donde descansas las ideas.
Un comentario en “pequeño”
Amigo, a los años que regreso por tus blogs, este nuevo me parece muy bueno, con una manera diferente de unificar las palabras y los sentimientos, qué bueno por ti, este nuevo estilo me gusta mucho màs que el anterior. Felicidades.
Zona de Crítica